El Teatro Se Está Transformando Lentamenteen Televisión

Desde estrellas hasta transmisiones en vivo en teatro y producciones basadas en franquicias televisivas, Broadway se reinventa para competir en el mundo digital

teatro se parece a la television

El teatro y la televisión siempre han convivido. Pero en esta temporada de Broadway, esa relación se ha estrechado tanto que casi parecen una misma cosa. La televisión ha dejado de ser solo una influencia: ahora es protagonista dentro y fuera del escenario. Desde los rostros más conocidos de la pantalla chica hasta producciones que se transmiten en vivo por streaming, el teatro está adoptando el lenguaje audiovisual para atraer al público de la era digital.

“Good Night, and Good Luck”: la televisión dentro del teatro… y viceversa

Uno de los grandes éxitos de taquilla y crítica de la temporada es Good Night, and Good Luck. Esta obra no solo retrata los orígenes del periodismo televisivo. Está diseñada para verse también como un producto televisivo. Protagonizada y coescrita por George Clooney —quien inició su carrera en la TV—, la obra incluye primeros planos en vivo y material de archivo proyectado en pantallas gigantes. La historia transcurre en los años 50, durante la lucha de Edward R. Murrow contra el macartismo, pero su mensaje resuena con fuerza en la era Trump y las fake news.

Como si todo esto fuera poco, quienes no puedan asistir al teatro podrán ver Good Night, and Good Luck en CNN y Max, en una transmisión especial el sábado por la noche, justo antes de la ceremonia de los Premios Tony.

El crossover es total: estrellas de TV y franquicias en escena

No es el único caso. Sarah Snook (de Succession) y Sadie Sink (de Stranger Things) son candidatas al Tony por sus actuaciones teatrales. Bob Odenkirk (Better Call Saul), Kieran Culkin (Succession) y Bill Burr se lucen en una nueva versión de Glengarry Glen Ross, una de las obras más taquilleras del año. En el musical Sunset Blvd., Nicole Scherzinger es filmada en vivo con una estética de videoclip mientras canta. Personifica a Norma Desmond, ícono del cine mudo obsesionado con la juventud.

Mientras Hollywood desacelera sus producciones, Broadway parece tomar la posta. Recluta figuras de la televisión que pueden garantizar un lleno total. Pero no todo se trata de caras conocida. Las técnicas narrativas, visuales y de montaje propias de las series también están redefiniendo lo que hoy se entiende por teatro.

¿Es esto teatro o televisión en vivo?

En producciones como The Picture of Dorian Gray, Snook interpreta todos los personajes de la novela. Esto lo hace multiplicándose a través de pantallas. La tecnología permite que Tom Francis cruce la calle con una cámara detrás, durante el intermedio de Sunset Blvd.. Estas puestas en escena buscan ofrecer algo que el streaming no puede: la sensación de presencia y riesgo del vivo.

Sin embargo, los precios hacen pensar dos veces. Un ticket promedio para Glengarry Glen Ross ronda los 236 dólares. Good Night, and Good Luck llega a los 339, con entradas premium que superan los 800. Todo esto por obras que ya tienen versiones cinematográficas disponibles en streaming por menos de 5 dólares.

De los antihéroes de la TV al escenario: ¿influencia o dependencia?

El auge de personajes complejos y moralmente ambiguos en la televisión —de Carrie Bradshaw a Tony Soprano— también ha moldeado el gusto teatral. Glengarry Glen Ross, escrita por David Mamet en 1983, parece adelantarse a esta tendencia. Sin embargo, hoy encuentra un nuevo público gracias al legado de estos antihéroes modernos. El crossover no solo es de actores, sino de sensibilidades.

En paralelo, la obra Purpose de Branden Jacobs-Jenkins —ganadora del Pulitzer— explora los dilemas del legado político con una profundidad que recuerda a Succession, serie en la que también trabajó su creadora, Lucy Prebble. Su anterior obra, The Effect, sobre un ensayo clínico que induce el amor, también hablaba el lenguaje de las series: misterio, dilemas éticos y tensión sostenida.

Entre éxitos y fracasos: ¿vale todo para competir con el sillón?

El teatro post-pandemia ha tenido que enfrentar un problema crucial: ¿cómo hacer que la gente se levante del sofá? En algunos casos, como Good Night, and Good Luck, la fórmula de lo audiovisual ha funcionado. En otros, no tanto. Cult of Love, escrita por la showrunner de Russian Doll y protagonizada por figuras como Zachary Quinto y Shailene Woodley, se sintió más como un capítulo largo de una serie que como una experiencia teatral transformadora.

Musicales como Smash (basado en la serie del mismo nombre), Boop (sobre la icónica Betty Boop) y Stranger Things: The First Shadow intentaron transformar propiedades televisivas en fenómenos escénicos. Pero salvo por momentos de nostalgia o espectacularidad, muchos no logran justificar su existencia más allá de lo que ya se puede ver en pantalla.

¿Qué queda del teatro como ritual colectivo?

La convivencia con las pantallas no tiene por qué ser una amenaza. Puede ser un catalizador creativo. Pero el teatro, para sobrevivir, debe seguir ofreciendo aquello que ninguna pantalla puede replicar: la conexión humana, el asombro compartido y el vértigo del vivo. Cuando esa chispa está presente, la fusión con la estética audiovisual puede ser poderosa. Cuando no, el resultado es solo un eco —una sombra más— de lo que vemos todos los días en casa.

En un mundo saturado de contenido, el teatro todavía tiene una carta fuerte: su capacidad para hacer sentir que algo real está ocurriendo frente a nuestros ojos. Si logra mantener eso, podrá convivir —e incluso triunfar— en la era del streaming.

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